lunes, 21 de enero de 2008

Grandes Protagonistas II: "Bobby" Fischer

El jueves 17 de enero pasado un hombre dejó atrás su historia de excentricidades, conflictos y gran inteligencia para entrar en el espacio de la leyenda destinado a los genios únicos (su coeficiente de 184 es prueba, aunque no la única, de ello). A la ajedrecística edad de 64 años falleció Robert James Fischer, el gran "Bobby" Fischer", según muchos el mejor jugador del juego ciencia de la historia; adalid, aún a pesar suyo, de los Estados Unidos durante la Guerra Fría, destructor de la hegemonía rusa de los tableros, (que salvo breves lapsos aún se mantiene), pero sobre todo un luchador, que demostró su valor no solo en la mesa de ajedrez sino también en el tablero de la vida.

Algunos tal vez lo tilden de loco, raro, molesto, grosero, xenófobo, y otro variopinto catálogo de actitudes, cualidades y demás yerbas, cuando lo que él era era un ser humano, ser humano que luchaba, o al menos a él le parecía, con todos y contra todos. No aceptaba las imposiciones y exigencias de los grandes poderes y los enfrentó con la misma fuerza con que derrotaba a sus rivales de juego, auqnue no siempre con la misma suerte. Desde que apareció en escena, con apenas 13 años, jugando y ganando la que muchos llaman "la partida del siglo", mucho anduvo "Bobby" Fischer. Campeonatos aquí y allá, incluida una semifinal en la propia Buenos Aires, lo convirtieron en un ciudadano del mundo, hasta que finalmente se convirtió en el Rey de los trebejos al vencer a Boris Spassky en Reykjavik en 1972. Si bien más tarde la FIDE le quitó el título y se lo "devolvió" a los rusos, nadie dudó jamás de la superioridad de Fischer sobre sus rivales.

Una muestra lo da su camino al título: ganó el torneo de Palma de Mallorca de 1970 sacando 18,5 puntos sobre 23 posibles, y venciendo luego al ruso Mark Taimanov 6-0 en Vancouver (sin exagerar, la derrota le costó al ruso buena parte de sus privilegios dentro del gobierno soviético), por octavos de final, al danés Bent Larsen también por 6-0 (la derrota derrumbó anímicamente por varios meses a Larsen), y al soviético Tigran Petrosian por 6,5 a 2,5 en la Argentina. En esos enfrentamientos consiguió nada menos que 19 victorias consecutivas , algo difícil de igualar.

Finalmente, llegó el enfrentamiento con Boris Spassky. Y 7 victorias, 3 derrotas (2 en las primeras dos partidas, incluida una donde no se presentó) y 11 tablas lo catapultaron a la fama. Y la revancha ante el propio Spassky, también ganada, le granjeó el odio de patria, tras quebrar el embargo a Yugoslavia.

Pero más allá de sus grandes logros sobre el tablero, Fischer hizo crecer su leyenda fuera de él, luchando por conseguir mejores beneficios (que a la larga resultaron de provecho para los demás), poniendo sus creencias más allá de los intereses de los poderosos del mundo. Esa fue la causa de que Fischer sea uno de mis grandes protagonistas. Yo también jugué al ajedrez, aprendí de un libro como él, pero nunca llegué a tenerlo como referencia de jugador, sino como referencia de ser humano. Su lucha, correcta o incorrecta, fue lo que más me gustó de él. Me gustaba que ganar sin importar a qué ni contra quién, y que luchara aún cuando supiera que iba a perder.

Por eso, honra eterna al gran "Bobby" Fischer, una gran persona, aunque conflictiva, y gloria eterna entre torres, alfiles y peones.

Jaque mate al olvido.

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