sábado, 24 de noviembre de 2007

Críticas literarias fantasmas: los libros que nadie lee pero todos critican

¿No les ha pasado que cuando están en alguna charla o grupo de amigos, alguien dice "ése libro es malísimo", "ése libro es peligroso", o "ése libro es anti-semita, o anti-católico"? ¿y cuándo uno les pregunta por qué piensan eso por lo general terminan confesando que no lo han leído? (aclaro que también puede considerar para una película, pero creo que la profundidad y variedad de temas no es la misma).

Aunque parezca increíble, es una práctica muy común, que consiste en dejarse influenciar por la opinión de otros, ya sea por los medios, o por otra forma de comunicación, en donde reemplazamos nuestra propia opinión por la de un tercero, y declaramos como nuestras, ideas que tal vez jamás cruzaron por nuestra cabeza, o que ni siquiera comprendemos en su totalidad. Y cuanto más fuerte sea o más fuerza tenga el grupo que quiera imponer esa idea, más gente se verá influenciada.

Otra opción que se suele ver es que se le suele dar a las obras las características de los autores, como sucede, dejando de lado la literatura, con la música de Wagner, cuya música está prohibida en algunos lugares debido a las "simpatías nazis" del autor (también tenía esa simpatía la Iglesia Católica, que se hizo más rica aún ayudándolos a huir de Alemania, pero creo que nadie la prohibe, al menos por esa razón, ;-O )

Un ejemplo que me toca de cerca es lo relacionado con los libros de Harry Potter. Son muchísimos los individuos que critican a los libros o me critican a mí por que los he leído, y ¡peor!, por que me gustan. Y cuando yo les pregunto qué les pareció de malo, empiezan a enumerar una serie de argumentos memorizados: "apoya la magia negra", "difunde malos valores", "es peligroso para la mente de los chicos", etcétera. Pero cuando uno quiere profundizar pueden suceder dos cosas: que confiesen que no lo han leído y que han escuchado esos comentarios en algún lado, pero que en realidad no conocen el tema, o que confiesen que no lo han leído, pero que ya tengan incorporadas esas ideas como propias y se pongan en fervorosos y obstinados representantes de aquellos sectores que profesan esas ideas. Debo confesar que pocas veces me encontré con la alternativa que uno supone más lógica: que la otra persona haya leído los libros y opine con conocimiento de causa.

Cabe destacar dos aspectos negativos del asunto: primero, que poca gente lee (puse a Harry Potter como ejemplo, pero corre lo mismo para Borges, Asimov, Hawkings, Coelho o cualquier otro), y segundo, la influencia de los medios de comunicación en la formación de opiniones y la facilidad con que reemplazamos nuestras ideas con las de otros. Si juntamos ambas cosas podemos llegar a una lamentable conclusión: a la gente le gusta pensar cada vez menos y eso se nota, no solo en este aspecto, sino en lo que se refiere a todos los ángulos de la vida. Es triste pensar esto, pero todos los indicios apuntan a ello. Preferimos la diversión fácil y rápida, antes que poner en juego nuestra imaginación o nuestra inteligencia.

No quisiera despedirme sin tratar de expresar una idea de escéptica esperanza, y es que el progreso al fin pueda quebrar los límites de la masificación y de la cosificación de la vida y pueda trascender al plano de la individualidad y sea capaz de enriquecer los distintos planos de nuestra existencia.

Ah, y que sea pronto.

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